La cuenta regresiva comienza, bueno comenzó una vez que acepté este trabajo. No hay nada que hacer, la suerte esta echada, todo esta dicho, es inevitable. Lo sabia desde un principio, siempre se supo, siempre lo supe. Quizás siempre estuve consiente de lo que se venía venir pero no lo enfrenté o lo enfrenté a mi modo.
No tengo miedo de quedarme sin trabajo, es solo el hecho que uno se acostumbra a algo que no debería. Me llamaron para apagar un incendio y a menos que comience otro simplemente no soy útil acá. Podría ya no ser bombero y ser policía o carpintero, quizás electricista o gasfitero o cualquier otro oficio que llene algún otro espacio vació.
No se cual sera mi futuro y eso es peor que saber que se vienen tardes negras. Quizás me depare algo mejor acá, o simplemente me den las gracias por los servicios prestados, no lo se. Quizás se estabilice o mejore mi situación como también puede que me bajen de la nube que por emergencia me pusieron, no lo se. Quizás todo siga igual y nada cambie, quizás otro incendio aparezca o el que se esta extinguiendo vuelva a nacer, no lo se.
Todo comenzó demasiado bien para ser verdad. El trabajo era retador y exigente pero valía la pena. El sueldo no era astronómico pero reconocía el esfuerza plegado. El ambiento no pudo ser mejor, oficina propia con todas las comodidades, equipos modernos, ambiente perfecto, los compañeros se portaron de lo mejor, la ayuda fue constante y sin reclamos.
Siempre fui consiente de que nada de eso era realmente mio, simplemente me lo habían prestado el tiempo que su real dueño ejercía otras labores, pero todos sabíamos que iba a regresar a reclamar lo suyo. Yo simplemente le cuidaba el sitio. Solo el tiempo dirá cual sera mi verdadero lugar.