En mis 23 años presente en este planeta nunca había presenciado un terremoto. Pequeños temblores pero nada como para asustarse. Normalmente me mantengo calmado ante una eventualidad de este tipo, esta vez de fue la excepción pero confieso que si sentí miedo, miedo de que algo grave pueda pasar frente a mis ojos y yo (ni nadie) sea capas de controlarlo.
Ese miércoles se estaba realizando mi ceremonia de graduación cuando el suelo comenzó a temblar, fue quizás que el auditorio se hizo inmenso ante la (improbable) posibilidad que nos caiga encima lo que de alguna manera me alarmo, fueron los parlente meciendo sobre nuestras cabezas, la luces iluminando la caras aterradas del publico pugnando por escapar de una sensible tragedia. Fueron los gritos y llantos que me hicieron notar que somos muy frágiles cuando la naturaleza se propone azotarnos y que cualquier esfuerzo sería en vano ante el descontrol de un acto tan fuerte de la tierra.
Después de esos dos minutos tan largos, se sentía la preocupación de la gente, las líneas se saturaron cuando todos el mundo que tiene un teléfono lo comenzó a usar. La comunicación fue casi imposible y por ende los nervios del común de la gente se exaltaban mas.
Tratar de movilizarse a esa hora también fue un caos. Si pasar por la Javier Prado a las 7 de la noche de cualquier día es difícil, el tratar de hacerlo después del terremoto fue una odisea. El trafico era insoportable y mas aun si el chofer de a lado no solo esta cansado, sino también esta asustado y preocupado y con mas ganas de las normales de llegar a su destino.
Cuando llegue a mi casa y prendí la tele me di cuenta que mi gran hazaña de sobrevivir a un terremoto se vio disminuido a un simple susto ante los hecho catastróficos que se vivieron en otras partes del país. Es gente que lo perdió todo, incluso la vida.
Una cosa que me llamo mucho la atención fue el nivel de solidaridad mostrado, cosa que en ocasiones anteriores no se había notado. La gente se puso la mano al pecho y la otra al bolsillo y colaboro con los afectados. El gobierno hace todo lo medianamente posible para tratar de cubrir las necesidades básicas de los damnificados. Por mas preparación – creo- nadie esta preparado para afrontar al 100% una tragedia de esta magnitud. De hecho se han cometido errores, y se seguirán cometiendo pero la ayuda esta llegando y eso es bueno.
El papel de la prensa es otro tema aparte. Me parece de mal gusto la forma como los reporteros buscan captar los sentimos mas profundos de la gente incitándolos a quebrarse frente a las cámaras con preguntas dirigidas, subjetivas y sesgadas para hacer caer a la victima en llanto mientras el camarógrafo hace un close-up de las lagrimas para presentarlas en los titulares del noticiero o en la portada del diario.
Es difícil no sensibilizarse con los mas afectados, es difícil no entender la histeria colectiva de los que sufre y los que están a la espera de que algo peor pueda pasar en cualquier momento, gracias a las replicas constante casi diarias que no amenazan pero que asustan al ciudadano de a pie que aun no se acostumbra.
Es cuestión de esperar que las cosas poco a poco vuelvan a su lugar y tienes que entender que el temblor terminara cuando te des cuenta que la tierra nunca deja de moverse.
Ese miércoles se estaba realizando mi ceremonia de graduación cuando el suelo comenzó a temblar, fue quizás que el auditorio se hizo inmenso ante la (improbable) posibilidad que nos caiga encima lo que de alguna manera me alarmo, fueron los parlente meciendo sobre nuestras cabezas, la luces iluminando la caras aterradas del publico pugnando por escapar de una sensible tragedia. Fueron los gritos y llantos que me hicieron notar que somos muy frágiles cuando la naturaleza se propone azotarnos y que cualquier esfuerzo sería en vano ante el descontrol de un acto tan fuerte de la tierra.
Después de esos dos minutos tan largos, se sentía la preocupación de la gente, las líneas se saturaron cuando todos el mundo que tiene un teléfono lo comenzó a usar. La comunicación fue casi imposible y por ende los nervios del común de la gente se exaltaban mas.
Tratar de movilizarse a esa hora también fue un caos. Si pasar por la Javier Prado a las 7 de la noche de cualquier día es difícil, el tratar de hacerlo después del terremoto fue una odisea. El trafico era insoportable y mas aun si el chofer de a lado no solo esta cansado, sino también esta asustado y preocupado y con mas ganas de las normales de llegar a su destino.
Cuando llegue a mi casa y prendí la tele me di cuenta que mi gran hazaña de sobrevivir a un terremoto se vio disminuido a un simple susto ante los hecho catastróficos que se vivieron en otras partes del país. Es gente que lo perdió todo, incluso la vida.
Una cosa que me llamo mucho la atención fue el nivel de solidaridad mostrado, cosa que en ocasiones anteriores no se había notado. La gente se puso la mano al pecho y la otra al bolsillo y colaboro con los afectados. El gobierno hace todo lo medianamente posible para tratar de cubrir las necesidades básicas de los damnificados. Por mas preparación – creo- nadie esta preparado para afrontar al 100% una tragedia de esta magnitud. De hecho se han cometido errores, y se seguirán cometiendo pero la ayuda esta llegando y eso es bueno.
El papel de la prensa es otro tema aparte. Me parece de mal gusto la forma como los reporteros buscan captar los sentimos mas profundos de la gente incitándolos a quebrarse frente a las cámaras con preguntas dirigidas, subjetivas y sesgadas para hacer caer a la victima en llanto mientras el camarógrafo hace un close-up de las lagrimas para presentarlas en los titulares del noticiero o en la portada del diario.
Es difícil no sensibilizarse con los mas afectados, es difícil no entender la histeria colectiva de los que sufre y los que están a la espera de que algo peor pueda pasar en cualquier momento, gracias a las replicas constante casi diarias que no amenazan pero que asustan al ciudadano de a pie que aun no se acostumbra.
Es cuestión de esperar que las cosas poco a poco vuelvan a su lugar y tienes que entender que el temblor terminara cuando te des cuenta que la tierra nunca deja de moverse.